Pero hasta lo más bueno y deseado del mundo tiene que acabar y así fenecía también nuestra personal cruzada intersemanal. Nuestros destinos nos condujeron, en un instinto primario irrefrenable, al bendito establecimiento de los Niños del Flor. Observen con cuanto cariño y mimo nos prepararon unos exóticos manjares. Este es, sin duda alguna, el secreto de la alta cocina, el amor que se desprende en cada una de sus originales creaciones.
Pero hasta lo más bueno y deseado del mundo tiene que acabar y así fenecía también nuestra personal cruzada intersemanal. Nuestros destinos nos condujeron, en un instinto primario irrefrenable, al bendito establecimiento de los Niños del Flor. Observen con cuanto cariño y mimo nos prepararon unos exóticos manjares. Este es, sin duda alguna, el secreto de la alta cocina, el amor que se desprende en cada una de sus originales creaciones.
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