iss Agente Especial es una comedia en la que una agente del FBI, interpretada por Sandra Bullock, se infiltra como concursante en el certamen de Miss America. En una escena le preguntan delante del público cuál es el deseo que pediría si ganase el concurso, y ella responde “mayores penas para los presos que violan la libertad condicional”. Alertada por la cara de extrañeza del presentador de la velada (William Shatner haciendo de William Shatner), se apresura a añadir: “y la paz en el mundo”, provocando la esperada ovación. El martes pasado se emitía en Tele 5 otra película en la que el mismo gag se explotaba en clave de terror delirante, vinculando a las organizaciones que proporcionan DVDs y CDs no originales a manteros y mochileros con la financiación de los atentados del 11 de septiembre, el 11 de marzo, e incluso de ETA.
Fue en el programa Diario de..., protagonizado por una apocalíptica Mercedes Milá dispuesta a pedir mayores penas para los manteros y las organizaciones que les proporcionan los CDs falsificados. Todo ello, por supuesto, por la paz en el mundo. Milá desaprovechó muchas oportunidades para matizar sus hiperbólica postura editorial con un poco de objetividad periodística, pero quizá la más evidente sea la secuencia en la que se la ve acompañando a David Bustamante a increpar a los manteros en flagrante mestizaje de teatro de calle con acoso laboral.
Quienes recordamos con cariño las entrevistas de la etapa de periodista de Mercedes Milá, y deseábamos que regresara al oficio tras su etapa en Gran Hermano, estamos algo decepcionados con el filón que se le ha abierto en el género del periodismo de entretenimiento, y alarmados con las oportunidades que sin duda se le ofrecen.
Por ejemplo, podría entregarse al drama social: “Los músicos afiliados a la SGAE reducen sus ganancias en un 80%. Con sus bajas ventas, el 80% de los socios de la entidad de gestión evitan cargarse con la responsabilidad social de votar y boicotean los argumentos de la SGAE al no recibir en el reparto de los derechos recaudados”. Y también podría inclinarse por el thriller: “Cada vez se vende más café descafeinado, y sin embargo cada vez la gente se pone más nerviosa y reacciona exageradamente generando alarmas sociales xenófobas sobre problemas que sólo afectan a un pequeño sector de la sociedad. ¿Dónde va a parar toda la cafeína que le quitan al café? ¿La estaremos consumiendo toda entre la SGAE y Telecinco?”.
Pero no hay que ponerse en lo peor. Mercedes Milá tiene mucha cabeza, así que también es posible que se quite del café, e incluso que regrese al periodismo de no ficción. Quienes no cambiarán su canción serán la Federación Anti Piratería, la SGAE y la ACAM, dado que la propaganda es su segunda línea de negocio. Lo que comenzó como una defensa de los autores ha ido creciendo hasta convertirse en un intento de monopolizar la cultura, erigiéndose en sus únicos intermediarios comerciales en todos los formatos. Para lograrlo luchan dos batallas. La primera es legislativa: las cada vez mas draconianas leyes de derecho de autor se renuevan casi anualmente a petición, si no al dictado, de las sociedades de gestión. La segunda es propagandística: esa legislación está cada vez más divorciada de la sociedad, así que intentan convencernos por aturdimiento, bombardeándonos con cantos de sirenas de emergencia y humo de explosivos.
La verdad es que existe una guerra, pero es una guerra de prohibición. Del mismo modo que la ley seca hizo que los vendedores de alcohol se asociaran automáticamente con el crimen organizado, la persecución de las copias ilegales ha hecho que éstas se conviertan en algo subterráneo. La conexión, aunque existente, es muy tenue, similar a lo que pasaría si mañana se prohibieran las panaderías. Después de todo, el 99 por ciento de los asesinos comen pan. El terrorismo informativo de Mercedes Milá y sus informantes de las sociedades de gestión no sólo es injustificado, sino irresponsable. Al apuntar hacia fenómenos sólo marginalmente ligados al terrorismo global, Tele 5 ha hecho un flaco favor a la lucha antiterrorista. Si no fuera porque sé que es imposible, diría que es un truco más de los terroristas, que están usando a Milá, a Tele 5 y a la propia SGAE para distraer la atención policial. Pero se trata de lo contrario.
Es la SGAE la que utiliza a los medios con el objetivo de distraer la atención pública de las guerras del copyright, agitando como un trapo rojo el señuelo de problemas reales como son el tráfico ilegal de personas y el terrorismo internacional. Basta con dar un par de pases de uno de estos tv-movies para que el síntoma se convierta en el problema, la consecuencia en la causa.
Con estas nuevas premisas de mundo al revés, y convenientemente ahuyentado el sentido común en dirección a los cerros de Úbeda, la solución al terrorismo está clara: aumentar las penas y la presión policial sobre los infractores de la legislación de derechos de autor. Que se joda la paz en el mundo.
Fue en el programa Diario de..., protagonizado por una apocalíptica Mercedes Milá dispuesta a pedir mayores penas para los manteros y las organizaciones que les proporcionan los CDs falsificados. Todo ello, por supuesto, por la paz en el mundo. Milá desaprovechó muchas oportunidades para matizar sus hiperbólica postura editorial con un poco de objetividad periodística, pero quizá la más evidente sea la secuencia en la que se la ve acompañando a David Bustamante a increpar a los manteros en flagrante mestizaje de teatro de calle con acoso laboral.
Quienes recordamos con cariño las entrevistas de la etapa de periodista de Mercedes Milá, y deseábamos que regresara al oficio tras su etapa en Gran Hermano, estamos algo decepcionados con el filón que se le ha abierto en el género del periodismo de entretenimiento, y alarmados con las oportunidades que sin duda se le ofrecen.
Por ejemplo, podría entregarse al drama social: “Los músicos afiliados a la SGAE reducen sus ganancias en un 80%. Con sus bajas ventas, el 80% de los socios de la entidad de gestión evitan cargarse con la responsabilidad social de votar y boicotean los argumentos de la SGAE al no recibir en el reparto de los derechos recaudados”. Y también podría inclinarse por el thriller: “Cada vez se vende más café descafeinado, y sin embargo cada vez la gente se pone más nerviosa y reacciona exageradamente generando alarmas sociales xenófobas sobre problemas que sólo afectan a un pequeño sector de la sociedad. ¿Dónde va a parar toda la cafeína que le quitan al café? ¿La estaremos consumiendo toda entre la SGAE y Telecinco?”.
Pero no hay que ponerse en lo peor. Mercedes Milá tiene mucha cabeza, así que también es posible que se quite del café, e incluso que regrese al periodismo de no ficción. Quienes no cambiarán su canción serán la Federación Anti Piratería, la SGAE y la ACAM, dado que la propaganda es su segunda línea de negocio. Lo que comenzó como una defensa de los autores ha ido creciendo hasta convertirse en un intento de monopolizar la cultura, erigiéndose en sus únicos intermediarios comerciales en todos los formatos. Para lograrlo luchan dos batallas. La primera es legislativa: las cada vez mas draconianas leyes de derecho de autor se renuevan casi anualmente a petición, si no al dictado, de las sociedades de gestión. La segunda es propagandística: esa legislación está cada vez más divorciada de la sociedad, así que intentan convencernos por aturdimiento, bombardeándonos con cantos de sirenas de emergencia y humo de explosivos.
La verdad es que existe una guerra, pero es una guerra de prohibición. Del mismo modo que la ley seca hizo que los vendedores de alcohol se asociaran automáticamente con el crimen organizado, la persecución de las copias ilegales ha hecho que éstas se conviertan en algo subterráneo. La conexión, aunque existente, es muy tenue, similar a lo que pasaría si mañana se prohibieran las panaderías. Después de todo, el 99 por ciento de los asesinos comen pan. El terrorismo informativo de Mercedes Milá y sus informantes de las sociedades de gestión no sólo es injustificado, sino irresponsable. Al apuntar hacia fenómenos sólo marginalmente ligados al terrorismo global, Tele 5 ha hecho un flaco favor a la lucha antiterrorista. Si no fuera porque sé que es imposible, diría que es un truco más de los terroristas, que están usando a Milá, a Tele 5 y a la propia SGAE para distraer la atención policial. Pero se trata de lo contrario.
Es la SGAE la que utiliza a los medios con el objetivo de distraer la atención pública de las guerras del copyright, agitando como un trapo rojo el señuelo de problemas reales como son el tráfico ilegal de personas y el terrorismo internacional. Basta con dar un par de pases de uno de estos tv-movies para que el síntoma se convierta en el problema, la consecuencia en la causa.
Con estas nuevas premisas de mundo al revés, y convenientemente ahuyentado el sentido común en dirección a los cerros de Úbeda, la solución al terrorismo está clara: aumentar las penas y la presión policial sobre los infractores de la legislación de derechos de autor. Que se joda la paz en el mundo.
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