INDIGNANTE!!! HASTA EL PELUKA SINTIÓ RABIA E IMPOTENCIA ANTE EL GOLPE PERPETRADO POR EL HIJO DE PUTA DE TURIENZO ÁLVAREZ, LA MANO EJECUTORA DE LA CORRUPTA FEDERACIÓN!!!! Película primera: el Sevilla se batió como un cosaco, incluso llegó a poner en muy serios aprietos al Barcelona, que sudaba sangre para frenar a los demonios blancos. Sangre roja y mano negra, la del árbitro. Caparrós, que nunca habla de los árbitros, tampoco lo hizo anoche. Pero lo pensó. Caparrós había preparado concienzudamente a los suyos para el partido, pero con lo que no contó (¿O sí?) fue con los elementos. Tres penaltis se tragó el árbitro, los tres a favor del Sevilla, clarísimos, cuando más dominaba el cuadro andaluz y el partido se encontraba en tablas. Pero Javier Turienzo Alvarez, natural de Baracaldo, pero adscrito al Colegio Castellano-leonés, se hizo el sueco. Un penalti por derribo a Antoñito, una mano de Belletti, que se creyó Zubizarreta, y un derribo clamoroso de Puyol sobre Sergio Ramos. Pues nada, el árbitro no vio nada. Después vino la siguiente película, la goleada.
El Sevilla se sacudió de un palmetazo su miedo inicial al Barcelona, justo a la voz de Renato. El ex jugador del Santos extendió su fútbol y le devolvió las cartas a Xavi, que en el Camp Nou lo sacó del campo a golpe de talento. Renato encontró por fin colegas en las bandas, con Alves y Adriano, que penetraban de forma persistente y hacían sufrir a sus compatriotas Belletti y Silvinho. La movilidad y las permutas de Julio Baptista y Antoñito también erosionaban por el centro, donde Márquez, Oleguer y Puyol sudaban para frenar a Antoñito y Julio Baptista. Y para ello contaban con un defensa más: Turienzo.
Película segunda. Desquiciado por la inmunidad del Barcelona dentro de su área (donde sus defensas podían tender ropa y fusilar a destajo con absoluta solvencia e inmunidad) el Sevilla se permitió el desliz de perder por unos momentos de vista a los cracks de azulgrana. Error que resultó fatal. Ronaldinho se percató en una jugada, guiñó un ojo a su compadre Etoo y el camerunés lo entendió perfectamente. Le buscó Samuel las espaldas a Aitor Ocio y Pablo Alfaro, se internó como un puma y lanzó el zarpazo. 0-1. Después se hizo la noche para el Sevilla. Julio Baptista remató a su puerta, Ronaldinho se aprovechó del caos sevillista y Giuly dio el tiro de gracia. El Barcelona, en aquella escabechina, estiró el cuello y puso en marcha su maquinaria de fútbol. Entonces fue cuando Ronaldinho y Etoo se agigantaron frente a los despojos blancos y mostraron toda una gama de juego y pulcritud. Para entonces ya no existía el equipo de Joaquín Caparrós y los que todavía tenían ánimos para seguir adelante en la batalla (Martí, Renato, Daniel Alves, Antoñito...) trataban en vano de acercarse a las inmediaciones de Víctor Valdés. El meta está bendecido en esa tierra hispalense. Tres partidos consecutivos en la cancha de Nervión y su arco sigue a cero. Un crack el tipo. El Barcelona salió todavía más líder del Ramón Sánchez-Pizjuán y el Sevilla de esta mala forma perdió su condición de invicto en su territorio. La culpa no fue suya, tampoco del Barcelona. La culpa la tuvo Turienzo, el colegiado que anoche dictó sentencia.
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