Es ya toda una tradición todos los Viernes de Dolores. Se llenan las calles hispalenses de un olor a azahar indescriptible y de almas deseantes de romper con la rutina y bendecir sus cuerpos con la todopoderosa y beneplacentera liturgia de la cervecita y la tapita en el Salvador. No podía ser menos con estos educadores carmoneros. Lo pasamos bastante bien...
Es ya toda una tradición todos los Viernes de Dolores. Se llenan las calles hispalenses de un olor a azahar indescriptible y de almas deseantes de romper con la rutina y bendecir sus cuerpos con la todopoderosa y beneplacentera liturgia de la cervecita y la tapita en el Salvador. No podía ser menos con estos educadores carmoneros. Lo pasamos bastante bien...
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