Poco me quedaba ya por ver, para seguir diciéndome a mí mismo que siempre he estado equivocado. Errado por la crítica, la inteligencia y la aplastante lógica, no pude darme cuenta de cuán acertada era la política que el todopoderoso PSOE llevaba a cabo en Andalucía. Andalucía imparable; seguimos avanzando; la tercera revolución tecnológica; habala bien, habla en andaluz... y tantas pulcras campañas que la Junta ha vendido a espuertas. ¡Pero que perdido estaba! ¿Cómo pensar, aunque las cifras y los datos así lo testimonien, que las provincias andaluzas -salvo Almería y Málaga- están mucho peor colocadas en el ranking de renta per cápita y calidad de vidad que hace 25 años? ¿Cómo osar dudar de la Tercera Revolución Tecnológica, aunque no se atisbe por ninguna parte siquiera la Primera? ¿Cómo calificar de políticas endémicas de endeudamiento y pedigüeños los tremendos avances de la Junta? Para qué seguir. Ahora por fin he visto la verdad: Cándida, esa impulsora de la gran cultura andaluza; esa eficaz y sabia Consejera de nuestro Gobierno, ha dado en el clavo. Sumida como está la Educación en mil y una batallas en todos los flacos, va esta señora y propone, legislación mediante, que en los colegios andaluces se prohíba jugar al fútbol a los alumnos en los recreos porque discrimina a las niñas y dificulta su integración. ¡Tócate los huevos!
O sea, que esto es lo que más le preocupa a la encargada de desarrollar e impulsar la Educación en nuestra tierra. No, si ya decía yo que estos de la Junta eran unos auténticos...
O sea, que esto es lo que más le preocupa a la encargada de desarrollar e impulsar la Educación en nuestra tierra. No, si ya decía yo que estos de la Junta eran unos auténticos...
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