Nada es como antes. Ni los políticos, ni los coches, ni las mujeres; ni siquiera los puentes. Y no me refiero al del río Kway, no...
Antes, un día de puente era una oportunidad para salir, armar un cachondeo, juntarnos... beber... beber más... seguir bebiendo... en la calle... con frío... con lluvia... sin un duro... pero beber de cualquier manera, coño!
Ahora, un conglomerado de festividades y casi una semana de posible ocio (juerga continua) pasa de soslayo y con más pena de gloria; antes no había motivo para no quedar y beber; hoy día, el que no tenga una justificación que tire la primera piedra:
Desde el ridículo "es que, tengo que trabajar", a el apocalíptico "dios, mi mujer no me deja tomarme una copa contigo", pasando por los lamentables "pues es que vienen mis suegros" o "tengo que pagar el alquiler y no tengo ni para un arazú d'a peseta".
Cómo se nota que nos hacemos carajotes con la edad! Cómo no van a prohíbir la Sacra Liturgia del Botellón Callejero, si ya no queda nadie decente que la practique y la transmita a las nuevas generaciones!
Menos mal, que aún quedan valientes que se escapan de sus "motivos", aunque sean unas horillas, y cogen unas de las de verdad: las de antes.
ps. Verdad, mr. killerman???
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