A los andaluces se nos ha inculcado metódicamente, el hecho de que nuestra tierra "le ha hecho la cama " a todos los pueblos extranjeros que en su solar han ido a asentarse: fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, árabes. Para al fin ser liberada por sus verdaderos dueños, las huestes cristianas, tras cruenta Reconquista.
¿Qué es lo que se nos ha enseñado subliminal y sibilinamente? ¿Qué se pretendía lograr? Muy simple: negar la conciencia colectiva de un pueblo ya homogéneo desde los albores de los tiempos y, desde esa lógica, ocultar la elaboración de una cultura autóctona, que no síntesis o amalgama de otras, con las que expresaba su identidad y genio.
La cultura histórica más temprana de Occidente, la denominada del "Vaso Campaniforme", fue creada por Andalucía, y ella la irradió por la Europa central meridional (incluso al resto ibérico) y occidental (incluyendo la moderna Inglaterra). Por esta cultura, la humanidad alcanza a desarrollar intuiciones estéticas, religiosas y lógicas de complicadas expresiones de capital trascendencia. (Bosh, Gimpera y Castillo).
Andalucía también viene a inventar la cultura subsiguiente, la de los "sepulcros cupuliformes" (Eneolítico final). Por cierto, que esta cultura que Andalucía llega a difundir hasta Francia, Holanda y Alemania, y desde Dinamarca a Suecia (siempre cerca de las costas y vías fluviales), alcanzando hasta el Asia menor, Grecia y Tirrenia, no llega a traspasar la Mariánica; es decir: Andalucía se encuentra absolutamente aislada de la España central y norteña; mientras que se comunica por mar con países lejanos.
Mediante estas dos culturas, Andalucía descubre el uso del cobre, que llega a perfeccionar; durante la segunda, enseña a sentir y a cultivar el arte desinteresadamente, sin finalidades prácticas, mágicas o de conjuro, y durante la cupuliforme, además, inventa la bóveda, la escritura con signos alfabetiformes, enseñando el uso del hierro, etc.
Estrabón afirmó que los turdetanos tenían leyes escritas de 6000 años de antigüedad y que sin contradecir a Sergi, pueden existir una escritura coetánea pero no más antigua que la de Andalucía.
La cultura andaluza es anterior a la cretense, Philips lo afirma de modo rotundo: "La cultura del mediterráneo eneolítico es anterior a la civilización de Micenas". Si la cultura cretense está en el origen de la cultura griega, de la que sería su madre, la cultura primitiva andaluza, que sacaría a la humanidad de la era lítica está detrás y es el origen de la cultura cretense.
La cultura primitiva andaluza fue una cultura directora del mundo y se puede comprobar en libros como los de Siret, Costa, Schulten, Arenas y BIas Infante.
La primera cultura histórica también es creación de Andalucía. Es la cultura de Tartesos. Ésta inventa el bronce, perfecciona la navegación y elabora el primer Estado político de Occidente; Tartesia, cuyos límites eran coincidentes con los de la Andalucía actual, excepto por Levante, que comprendía hasta cerca de Villajoyosa, en la provincia de Alicante, y por Poniente, que se extendía hasta llegar a incluir Mérida y Badajoz dentro de sus fronteras.
Primero los fenicios y después Cártago se habían limitado, los primeros desde sus factorías y los segundos desde el litoral levantino, a ser testigos de nuestro desarrollo cultural. Los cartagineses se limitaron a usufructuar nuestros mercados, alejando al mundo antiguo de nosotros con la leyenda de los monstruos que poblaban las rutas de Tartesos de que habla Pindaro, o con los bajos que interceptan el paso hacia la Atlántida: como dice Platón. O prohibiendo simplemente la navegación hacia Tartesos, como dice Aristóteles.
Roma la propagadora de la cultura griega, encuentra en Andalucía la vieja solera de esta cultura, y trata con ella de potencia a potencia cultural. Andalucía depende del Senado. La meseta y el Norte, del Emperador, o lo que es igual, del ejército. Andalucía es libre para desarrollar su cultura. Confundiéndola con la misma Roma, tiene que resistir las incursiones enemigas de lusitanos y celtíberos. Ella paga a Roma su libertad de expresión espiritual, dándole los mejores poetas, los mejores filósofos, los mejores pontífices y emperadores; precisamente los primeros no latinos, que ocuparon el trono imperial, los más cultos o más humanos.
La cultura Bética es, pues, la misma tartesa continuando su desarrollo con distinto nombre y con nuevos instrumentos.
Los bárbaros (los germanos) godos, vienen por primera vez; establecen en Andalucía su sistema de división y despojo territoriales, base del feudalismo medieval, Andalucía se rebela; pero como siempre, es inconstante en el combatir guerrero. Detenido el vuelo cultural propio. Andalucía se hace sincrética (San Isidoro).
Pero hay un bárbaro andaluzado, Vitiza, que aún derrotado por el partido trinitario de Rodrigo, motivaría la revolución que depondría del poder a los bárbaros germanos; toda la península ibérica, excepto algunos reductos del Norte, sería liberada en menos de un año por la población autóctona con la escasa ayuda de los hermanos tingitanos del otro lado del estrecho.
Concluido el régimen feudalista germano hay libertad cultural. Andalucía se abre al mundo civilizado, hacia África y Oriente, Grecia, Bizancio, Egipto, Palestina, donde un Islam emergente impregnaba pueblos y culturas diferentes, sin exclusivismos con la única arma del amor a la sabiduría y el respeto en la tolerancia hacia los demás.
Al-Andalus. ¡Andalucía libre y hegemónica del resto peninsular, !lámpara única encendida en la noche del medievo! (Howsrita). Europa germánica, bárbara, inspirada por el Pontífice de Roma. "Nadie, ni aún los nobles, exceptuando al clero, sabía leer y escribir. En Andalucía todo el mundo sabía". No hay manifestación cultural alguna, que en Al-Andalus, no llegase a alcanzar una expresión suprema. Pero Europa tiembla de envidia, se consume de rencores. Ella es cristiana. Andalucía, con nombre islámico, es librepensadora.
Europa, viene a aprender a nuestras universidades. Traduce nuestros libros y prepara con la ciencia andaluza su renacimiento. Todos sus grandes hombres, teólogos, filósofos, médicos, poetas, son discípulos de Andalucía. Pero la odian. !No es cristiana!, y nuestras invenciones sirven de recurso a Europa contra nosotros. ¿Cómo confesar, ahora, que las creaciones europeas alcanzaron en el siglo XVIII la altura técnica que otra civilización odiosa, la andalusí, había alcanzado ya antes del siglo XIII.
Los bárbaros una vez expulsados, vienen de nuevo contra nosotros, con la colaboración de Europa entera. !Las cruzadas!, el robo, el asesinato, el incendio, la envidia destructora presidida por la cruz. Nos quitan nuestros territorios peninsulares, y llamándonos perros nos despeñan por los barrancos de la Mariánica. Se queman bibliotecas, se destruyen templos e industrias. La tierra de Andalucía queda toda ella, definitivamente, distribuida en grandes porciones entre los capitanes de las huestes conquistadoras o entre colonos de los pueblos conquistadores que no aman la labranza; y los andaluces, que la tenían convertida en vergel, son condenados a esclavitud de los señores y a vagar, viendo como las obras de riego son destruidas o abandonadas hasta llegar a convertirse la tierra en erial (origen del latifundio). Se encienden las hogueras de la Inquisición: millares de andaluces, mosaicos y musulmanes, son quemados en salvajes piras. Se empiezan a decretar expulsiones de andaluces, de los cuales, unos quedan en el destierro, otros se salvan por la ocultación, y otros retornarían de Berbería para ocultarse de la sociedad enemiga o en las fragosidades de las sierras. El asimilismo viene a imperar, se castiga el baño, se proscribe el traje, la lengua, la música, las costumbres, bajo graves tormentos y muerte. Empieza la labor de enterrar nuestra gloriosa historia cultural; su recuerdo es castigado como crimen; al cabo de tres generaciones los andaluces creen que son europeos y que los moros, que habían en Andalucía, eran unos salvajes que ellos vinieron a echar más allá del estrecho.
Andalucía no se fue. Quedó en sus pueblos, esclavizada en su propio solar. En sus pueblos rurales, constituidos por moriscos sumisos de conversión. Fueron y son los esclavos jornaleros, de campesinos sin campos... son los flamencos (Falah Mangu = campesino expulsado).
Andalucía fue siempre un pueblo cultural, creador de las culturas más intensas y originales de Occidente. Fue siempre un pueblo antibélico y acogedor. En su territorio, siempre que fue libre (la última vez, durante la época musulmana), se operaron las grandes síntesis, prácticas o industrias, doctrinales y científicas de Europa.
¿Qué es lo que se nos ha enseñado subliminal y sibilinamente? ¿Qué se pretendía lograr? Muy simple: negar la conciencia colectiva de un pueblo ya homogéneo desde los albores de los tiempos y, desde esa lógica, ocultar la elaboración de una cultura autóctona, que no síntesis o amalgama de otras, con las que expresaba su identidad y genio.
La cultura histórica más temprana de Occidente, la denominada del "Vaso Campaniforme", fue creada por Andalucía, y ella la irradió por la Europa central meridional (incluso al resto ibérico) y occidental (incluyendo la moderna Inglaterra). Por esta cultura, la humanidad alcanza a desarrollar intuiciones estéticas, religiosas y lógicas de complicadas expresiones de capital trascendencia. (Bosh, Gimpera y Castillo).
Andalucía también viene a inventar la cultura subsiguiente, la de los "sepulcros cupuliformes" (Eneolítico final). Por cierto, que esta cultura que Andalucía llega a difundir hasta Francia, Holanda y Alemania, y desde Dinamarca a Suecia (siempre cerca de las costas y vías fluviales), alcanzando hasta el Asia menor, Grecia y Tirrenia, no llega a traspasar la Mariánica; es decir: Andalucía se encuentra absolutamente aislada de la España central y norteña; mientras que se comunica por mar con países lejanos.
Mediante estas dos culturas, Andalucía descubre el uso del cobre, que llega a perfeccionar; durante la segunda, enseña a sentir y a cultivar el arte desinteresadamente, sin finalidades prácticas, mágicas o de conjuro, y durante la cupuliforme, además, inventa la bóveda, la escritura con signos alfabetiformes, enseñando el uso del hierro, etc.
Estrabón afirmó que los turdetanos tenían leyes escritas de 6000 años de antigüedad y que sin contradecir a Sergi, pueden existir una escritura coetánea pero no más antigua que la de Andalucía.
La cultura andaluza es anterior a la cretense, Philips lo afirma de modo rotundo: "La cultura del mediterráneo eneolítico es anterior a la civilización de Micenas". Si la cultura cretense está en el origen de la cultura griega, de la que sería su madre, la cultura primitiva andaluza, que sacaría a la humanidad de la era lítica está detrás y es el origen de la cultura cretense.
La cultura primitiva andaluza fue una cultura directora del mundo y se puede comprobar en libros como los de Siret, Costa, Schulten, Arenas y BIas Infante.
La primera cultura histórica también es creación de Andalucía. Es la cultura de Tartesos. Ésta inventa el bronce, perfecciona la navegación y elabora el primer Estado político de Occidente; Tartesia, cuyos límites eran coincidentes con los de la Andalucía actual, excepto por Levante, que comprendía hasta cerca de Villajoyosa, en la provincia de Alicante, y por Poniente, que se extendía hasta llegar a incluir Mérida y Badajoz dentro de sus fronteras.
Primero los fenicios y después Cártago se habían limitado, los primeros desde sus factorías y los segundos desde el litoral levantino, a ser testigos de nuestro desarrollo cultural. Los cartagineses se limitaron a usufructuar nuestros mercados, alejando al mundo antiguo de nosotros con la leyenda de los monstruos que poblaban las rutas de Tartesos de que habla Pindaro, o con los bajos que interceptan el paso hacia la Atlántida: como dice Platón. O prohibiendo simplemente la navegación hacia Tartesos, como dice Aristóteles.
Roma la propagadora de la cultura griega, encuentra en Andalucía la vieja solera de esta cultura, y trata con ella de potencia a potencia cultural. Andalucía depende del Senado. La meseta y el Norte, del Emperador, o lo que es igual, del ejército. Andalucía es libre para desarrollar su cultura. Confundiéndola con la misma Roma, tiene que resistir las incursiones enemigas de lusitanos y celtíberos. Ella paga a Roma su libertad de expresión espiritual, dándole los mejores poetas, los mejores filósofos, los mejores pontífices y emperadores; precisamente los primeros no latinos, que ocuparon el trono imperial, los más cultos o más humanos.
La cultura Bética es, pues, la misma tartesa continuando su desarrollo con distinto nombre y con nuevos instrumentos.
Los bárbaros (los germanos) godos, vienen por primera vez; establecen en Andalucía su sistema de división y despojo territoriales, base del feudalismo medieval, Andalucía se rebela; pero como siempre, es inconstante en el combatir guerrero. Detenido el vuelo cultural propio. Andalucía se hace sincrética (San Isidoro).
Pero hay un bárbaro andaluzado, Vitiza, que aún derrotado por el partido trinitario de Rodrigo, motivaría la revolución que depondría del poder a los bárbaros germanos; toda la península ibérica, excepto algunos reductos del Norte, sería liberada en menos de un año por la población autóctona con la escasa ayuda de los hermanos tingitanos del otro lado del estrecho.
Concluido el régimen feudalista germano hay libertad cultural. Andalucía se abre al mundo civilizado, hacia África y Oriente, Grecia, Bizancio, Egipto, Palestina, donde un Islam emergente impregnaba pueblos y culturas diferentes, sin exclusivismos con la única arma del amor a la sabiduría y el respeto en la tolerancia hacia los demás.
Al-Andalus. ¡Andalucía libre y hegemónica del resto peninsular, !lámpara única encendida en la noche del medievo! (Howsrita). Europa germánica, bárbara, inspirada por el Pontífice de Roma. "Nadie, ni aún los nobles, exceptuando al clero, sabía leer y escribir. En Andalucía todo el mundo sabía". No hay manifestación cultural alguna, que en Al-Andalus, no llegase a alcanzar una expresión suprema. Pero Europa tiembla de envidia, se consume de rencores. Ella es cristiana. Andalucía, con nombre islámico, es librepensadora.
Europa, viene a aprender a nuestras universidades. Traduce nuestros libros y prepara con la ciencia andaluza su renacimiento. Todos sus grandes hombres, teólogos, filósofos, médicos, poetas, son discípulos de Andalucía. Pero la odian. !No es cristiana!, y nuestras invenciones sirven de recurso a Europa contra nosotros. ¿Cómo confesar, ahora, que las creaciones europeas alcanzaron en el siglo XVIII la altura técnica que otra civilización odiosa, la andalusí, había alcanzado ya antes del siglo XIII.
Los bárbaros una vez expulsados, vienen de nuevo contra nosotros, con la colaboración de Europa entera. !Las cruzadas!, el robo, el asesinato, el incendio, la envidia destructora presidida por la cruz. Nos quitan nuestros territorios peninsulares, y llamándonos perros nos despeñan por los barrancos de la Mariánica. Se queman bibliotecas, se destruyen templos e industrias. La tierra de Andalucía queda toda ella, definitivamente, distribuida en grandes porciones entre los capitanes de las huestes conquistadoras o entre colonos de los pueblos conquistadores que no aman la labranza; y los andaluces, que la tenían convertida en vergel, son condenados a esclavitud de los señores y a vagar, viendo como las obras de riego son destruidas o abandonadas hasta llegar a convertirse la tierra en erial (origen del latifundio). Se encienden las hogueras de la Inquisición: millares de andaluces, mosaicos y musulmanes, son quemados en salvajes piras. Se empiezan a decretar expulsiones de andaluces, de los cuales, unos quedan en el destierro, otros se salvan por la ocultación, y otros retornarían de Berbería para ocultarse de la sociedad enemiga o en las fragosidades de las sierras. El asimilismo viene a imperar, se castiga el baño, se proscribe el traje, la lengua, la música, las costumbres, bajo graves tormentos y muerte. Empieza la labor de enterrar nuestra gloriosa historia cultural; su recuerdo es castigado como crimen; al cabo de tres generaciones los andaluces creen que son europeos y que los moros, que habían en Andalucía, eran unos salvajes que ellos vinieron a echar más allá del estrecho.
Andalucía no se fue. Quedó en sus pueblos, esclavizada en su propio solar. En sus pueblos rurales, constituidos por moriscos sumisos de conversión. Fueron y son los esclavos jornaleros, de campesinos sin campos... son los flamencos (Falah Mangu = campesino expulsado).
Andalucía fue siempre un pueblo cultural, creador de las culturas más intensas y originales de Occidente. Fue siempre un pueblo antibélico y acogedor. En su territorio, siempre que fue libre (la última vez, durante la época musulmana), se operaron las grandes síntesis, prácticas o industrias, doctrinales y científicas de Europa.
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