Desolados. Sin palabras. Incrédulos. Destrozados... Qué difícil es afrontar una tragedia sin lágrimas en los ojos, porque se es incapaz de llorar ante la magnitud del dolor!
Hoy una puerta se abrió y por ella marchó un viento de gloria, un grito de ilusión, una risa contagiosa, un retrato de artista, un huracán de sevillismo puro y duro. Hoy se nos fue Antonio Puerta. Y nos hemos quedado rotos y desamparados.
Cómo íbamos, ni siquiera, a suponer que esto iba a acabar de esta manera al verte caer en el Campo y luego verte salir por tu propio pie! Y todo ocurrió tan rápido, en la banda... En esa banda por la que tu corazón se desacía partido a partido, henchido en demasía de sevillismo; a raudales dejaste quiebros, fintas, regates de carmesí y filigrana, y rivales sin fin en esa bendita y maldita banda, en la que tu joven vida empezó a entregarse por un amor sin límite.
Antonio, te acuerdas cuando encarabas y veías palidecer el rostro del defensor porque sabía que no tenía nada que hacer, salvo esperar tu arrancada atroz y genial? Te acuerdas de tus partidazos, de tus goles... De aquel Gol que nos dio la Gloria? Todo aquello fue increible, Antonio, más que increible... Pero sólo son anécdotas cuando uno se enfrenta con la disparatada idea de tu despedida. Hoy, casi nada tiene sentido, Antonio...
Pero sabemos con certeza que ese corazón que te ha traicionado poco a poco, también te ata a nosotros inexorablemente, hasta que quede en pie uno sólo de nosotros: porque todos tenemos ese mismo corazón. Hoy no hay equipos, no hay hinchadas, fronteras ni rivales: todos somos hermanos junto a ti y tu familia, querido Antonio.
Sé, que allá donde estés, seguirás corriendo la banda, como muy pocos han sabido, y que estarás con los tuyos: con tu familia, con tu novia, y con tu hijo; ese hijo del que haremos que día a día esté orgulloso de proclamar que su padre era Antonio Puerta.
Ya me despido, Antonio, aunque sé que me embargarán las lágrimas cuando vuelva a mirar tu banda desde Fondo. Sé, con toda certeza, que nos veremos allí, lo sé. Y que siempre te veremos, los que te conocimos y los que te conocerán, en aquella bendita banda zurda del Pizjuán.
Déjame recordarte con esa sonrisa de niño con la que iluminabas a los que hablaban contigo, y con tu chaleco rosa, ese al que le tenías tanto cariño.
Un abrazo enorme Campeón; siempre estaremos contigo!!!
Hoy una puerta se abrió y por ella marchó un viento de gloria, un grito de ilusión, una risa contagiosa, un retrato de artista, un huracán de sevillismo puro y duro. Hoy se nos fue Antonio Puerta. Y nos hemos quedado rotos y desamparados.
Cómo íbamos, ni siquiera, a suponer que esto iba a acabar de esta manera al verte caer en el Campo y luego verte salir por tu propio pie! Y todo ocurrió tan rápido, en la banda... En esa banda por la que tu corazón se desacía partido a partido, henchido en demasía de sevillismo; a raudales dejaste quiebros, fintas, regates de carmesí y filigrana, y rivales sin fin en esa bendita y maldita banda, en la que tu joven vida empezó a entregarse por un amor sin límite.
Antonio, te acuerdas cuando encarabas y veías palidecer el rostro del defensor porque sabía que no tenía nada que hacer, salvo esperar tu arrancada atroz y genial? Te acuerdas de tus partidazos, de tus goles... De aquel Gol que nos dio la Gloria? Todo aquello fue increible, Antonio, más que increible... Pero sólo son anécdotas cuando uno se enfrenta con la disparatada idea de tu despedida. Hoy, casi nada tiene sentido, Antonio...
Pero sabemos con certeza que ese corazón que te ha traicionado poco a poco, también te ata a nosotros inexorablemente, hasta que quede en pie uno sólo de nosotros: porque todos tenemos ese mismo corazón. Hoy no hay equipos, no hay hinchadas, fronteras ni rivales: todos somos hermanos junto a ti y tu familia, querido Antonio.
Sé, que allá donde estés, seguirás corriendo la banda, como muy pocos han sabido, y que estarás con los tuyos: con tu familia, con tu novia, y con tu hijo; ese hijo del que haremos que día a día esté orgulloso de proclamar que su padre era Antonio Puerta.
Ya me despido, Antonio, aunque sé que me embargarán las lágrimas cuando vuelva a mirar tu banda desde Fondo. Sé, con toda certeza, que nos veremos allí, lo sé. Y que siempre te veremos, los que te conocimos y los que te conocerán, en aquella bendita banda zurda del Pizjuán.
Déjame recordarte con esa sonrisa de niño con la que iluminabas a los que hablaban contigo, y con tu chaleco rosa, ese al que le tenías tanto cariño.
Un abrazo enorme Campeón; siempre estaremos contigo!!!
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