He leído en este último par de días, en diferentes sitios, sobre una encuesta que se ha realizado en 17 capitales españolas sobre la calidad de vida de dichas ciudades. Lo interesante de la misma es que los encuestados sólo opinaban de la realidad que conocían; su ciudad.
Y resulta que la última y peor valorada de las 17 ha sido... la nuestra. No, Canal Sur, no: Sevilla.
Salvo en patrimonio histórico, nuestros conciudadanos encuestados catean los diferentes ámbitos de la encuesta como seguridad ciudadana, gestión municipal o transportes públicos, para relegar a la capital de Andalucía al farolillo rojo de esta clasificación.
No es que me sorprenda mucho el resultado de dicha encuesta. Yo vivo muy a gusto en mi Ciudad, y me siento -como la inmensa mayoría de los nacidos en esta bendita y orgullosa tierra- profundamente atado a nuestro solaz. Pero eso no quita que sepamos ver, con ojos muy críticos, las carencias y barbaridades que acosan esta metrópolis histórica.
Y habrá gente que sea incapaz de entender esta dualidad: " si los sevillanos se creen el ombligo del mundo...", "si Sevilla tiene un color especial..."
Y es que, es cierto que los sevillanos somos incluso más chovinistas y hartibles que los franceses, desde la cuna; pero también es cierto, o por lo menos quiero pensar que así lo es, que de puertas para dentro, esta Ciudad nos hiere y nos mueve las entrañas... Queremos que sea, de verdad, el paraíso que pregonamos.
Y resulta que la última y peor valorada de las 17 ha sido... la nuestra. No, Canal Sur, no: Sevilla.
Salvo en patrimonio histórico, nuestros conciudadanos encuestados catean los diferentes ámbitos de la encuesta como seguridad ciudadana, gestión municipal o transportes públicos, para relegar a la capital de Andalucía al farolillo rojo de esta clasificación.
No es que me sorprenda mucho el resultado de dicha encuesta. Yo vivo muy a gusto en mi Ciudad, y me siento -como la inmensa mayoría de los nacidos en esta bendita y orgullosa tierra- profundamente atado a nuestro solaz. Pero eso no quita que sepamos ver, con ojos muy críticos, las carencias y barbaridades que acosan esta metrópolis histórica.
Y habrá gente que sea incapaz de entender esta dualidad: " si los sevillanos se creen el ombligo del mundo...", "si Sevilla tiene un color especial..."
Y es que, es cierto que los sevillanos somos incluso más chovinistas y hartibles que los franceses, desde la cuna; pero también es cierto, o por lo menos quiero pensar que así lo es, que de puertas para dentro, esta Ciudad nos hiere y nos mueve las entrañas... Queremos que sea, de verdad, el paraíso que pregonamos.
Comentarios
La verdad es que creo que aquí estamos muy tranquilos y contamos con todas las características de una gran ciudad... Y si no que se lo pregunten a los cientos de madrileños afincados en Sevilla.